La igualdad de género: un reto dentro de nuestra responsabilidad social compartida

29 marzo 2022

¡Marzo es el mes de la igualdad!

Inmersos en él, la cantidad de información, actos políticos, sindicales, empresariales, eventos y celebraciones de todo tipo en torno ella, nos muestran las distintas caras de una misma realidad; principalmente la más negativa y dolorosa.

Al margen de postulados políticos; se hace necesario reflexionar sobre el punto en el que estamos y saber hacia dónde vamos.

Analizar, diagnosticar, medir y comparar no sólo a nivel global, sino también desde una posición y circunstancias personales, así como laborales, son acciones necesarias para poder avanzar con paso firme y seguro en un tema, la igualdad de género, que, sin duda, condicionan indiscutiblemente el logro de un desarrollo justo y socialmente responsable.

María Meseguer, experta en innovación y emprendimiento social

Quienes me conocen saben que soy reacia a comulgar con postulados radicales y de confrontación en cualquier ámbito de la vida, y especialmente en el que nos ocupa. Creo firmemente que, desde el enfrentamiento y la dicotomía, no lograremos ser una sociedad en la que, por fin, consigamos esta ansiada igualdad de género (entre otras muchas cosas).

Hace un tiempo, veía un corto realizado por unos alumnos de secundaria, que realmente me hizo pensar en cómo estamos mostrado esta realidad a las generaciones más jóvenes.

En el corto, unos alumnos universitarios en el año 2050 debatían sobre la igualdad en nuestros días: guerra de sexos, lucha de poder, enfrentamiento entre hombres y mujeres, etc. Estas eran las palabras más repetidas por los chavales y confieso que ello me preocupó.

Si como sabemos y está científicamente demostrado, las palabras crean realidades; deberíamos ser conscientes de qué estamos transmitiendo y desde qué perspectiva, por muy real y dolorosa que sea. Porque este hecho impacta de lleno en quienes tienen que empezar a liderar la consecución del cambio hacia una sociedad más justa y pacífica, en la que nadie por razón de sexo, ni tampoco raza, religión o condición social debería quedar atrás.

Creo firmemente que debemos conocer la realidad desde una perspectiva holística.

Es preceptivo mostrar la realidad más cruda: violencia, discriminación, desigualdad, pobreza, exclusión.

Es obligado seguir centrando todos los esfuerzos por educar en valores de respeto, igualdad y no discriminación como principal herramienta para la erradicación de estas lacras.

Y también debemos mostrarles los avances, los logros conseguidos entre todos y todas, desde una perspectiva positiva y ajustada a la realidad.

¿Por qué si no?

¿Qué podemos pedir a unos jóvenes que heredan el reto de seguir construyendo una sociedad infinitamente más justa e igualitaria para todos y que como se prevé, consiga eliminar la brecha de género y alcanzar los niveles de igualdad total en un no tan lejano 2055?

¿Realmente podemos pensar que, desde criterios de conflicto, lucha, enfrentamiento, guerra de sexos; podrán conseguirlo?

Igualmente, creo necesario huir de posturas oportunistas e incoherentes, que hacen flaco favor y más que acercarnos, nos alejan y dan alas a quienes, todavía, cuestionan que nuestra sociedad siga teniendo que hacer frente a retos fundamentales para alcanzar la igualdad real y efectiva.

A pesar de la igualdad reconocida en las normas internacionales, la legislación comunitaria y nuestra Constitución. A pesar de los significativos progresos hechos en los últimos años, persisten discriminaciones que van desde las formas más extremas como las que padecen las mujeres víctimas de violencia, a las menos perceptibles que se dan día a día en todos los ámbitos de la vida.

La desigualdad entre mujeres y hombres persiste en nuestro día a día y su eliminación requiere del compromiso responsable de toda la sociedad.

Valgan como ejemplos los desplantes machistas sufridos por la propia Úrsula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, cuando en 2021 el presidente turco la recibió junto al presidente del Consejo Europeo con un asiento menos en la estancia lo que obligó a la presidenta a sentarse separada y en un segundo plano, dado lugar al famoso “Sofagate”.

Este incidente puso de manifiesto y en palabras de la propia Presidenta que, “situaciones como esta y más graves quedan silenciadas porque les suceden a mujeres que no tienen la capacidad de defender su postura”.

En aquel momento confesó, “Me sentí dolida, me sentí sola como mujer y como europea” ¿Habría pasado lo mismo si llevase traje y corbata?

Debió sentirse igual hace unas semanas, cuando en el contexto de la cumbre bilateral entre la Unión Europea y la Unión Africana celebrada en Bruselas, el ministro de Asuntos exteriores de Uganda “pasa” de saludar a Von der Leyen.

Menos mal que el presidente francés, Macrón, estuvo al quite. Las imágenes hablan por sí solas, sobre todo de la actitud de todos los presentes en la escena.

Sin obviar todo el trabajo que queda por delante, debemos poner de relieve los muchos e importantes los logros conseguidos en los últimos años.

Según datos del Gobierno, nuestro país ocupa el sexto lugar en el índice europeo de igualdad de género, 5.7 puntos por encina de la media europea. Habiendo obtenido una puntuación de 73,7 sobre 100, con un incremento de 1,7 con respecto a 2018 y 7,3 con respecto a 2010

Como profesional de la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad, quiero pensar que este avance tiene mucho que ver con el compromiso por la igualdad del sector empresarial español. Y no solo por la elaboración y puesta en marcha de planes de igualdad dentro de las organizaciones (hayan tenido o no obligación legal de hacerlo), sino por el hecho de haber centrado su responsabilidad en avanzar hacia una cultura organizacional basada en la igualdad de oportunidades, el respeto y la promoción de la inclusión y la diversidad. Cosa que, además, les ofrece un claro plus de competitividad.

Y es que como decíamos, no podemos aspirar a conseguir un desarrollo social económico, sostenible y real, dejando al margen del logro la igualdad entre hombres y mujeres, el respeto a sus diferencias y la promoción del talento femenino.

Y más nos vale seguir por este camino.

En diciembre de 2021, el índice ClosinGap, primer indicador que permite cuantificar el impacto de la desigualdad de género en España en cinco ámbitos clave (Empleo, Educación, Conciliación, Digitalización y Salud y Bienestar) y analizar su evolución anual, señala que:
  • El impacto anual que nos supone la brecha de género es de 231.000 millones de euros.
  • Eliminar estas desigualdades del mercado laboral, en su conjunto, supondría sumar 230.847 millones de euros, esto es, un 18,5% del PIB.

Además, este incremento potencial en la economía vendría impulsado por la creación de 3,2 millones de empleos femeninos equivalentes a jornada completa y por el aumento promedio de la productividad femenina de 1.301 euros.

Esta medición pone de manifiesto, y es un aspecto muy importante en el que seguir trabajando, el hecho de que la conciliación registra en España la mayor brecha de género, con el 56%.

Entendiendo el 100% como la paridad total, ClosinGap sitúa en el 64,1% la brecha de genero nacional, siendo de un 35.9% la que todavía queda por cerrar.

Seamos responsablemente optimistas y sigamos haciendo nuestra parte. Cada uno desde su situación y capacidad de influencia, sumamos por pequeñas que parezcan nuestras acciones.

A pesar del trabajo que nos queda para conseguir esta igualdad real y efectiva; mitigar las graves consecuencias que los sesgos derivados de una educación social, económica y culturalmente machista nos generan y atajar la sangría provocada por la violencia contra las mujeres, es mucho lo conseguido.

Redoblemos esfuerzos y pongamos nuestra responsabilidad social, tanto individual como empresarial o profesional, en conseguir la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas a través del ODS nº 5, y, por ende, de manera transversal, desde el resto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas.

María Meseguer

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