FAMILIAS EMPRESARIAS: MADUREZ EN LA ERA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Desde hace años vivimos bajo los efectos de los fenómenos de la revolución tecnológica, ahora con enorme impacto de la inteligencia artificial, la globalización y factores externos adyacentes de diferente índole. A lo largo del siglo XXI se ha enlazado la crisis financiera originada por las “hipotecas subprime” con la terrible pandemia global de la Covid19 y los efectos de la invasión rusa de Ucrania. Por eso podemos establecer que estamos ante una verdadera “Era de las Turbulencias”. Las familias empresarias deben gobernar y gestionar bajo los parámetros de madurez y responsabilidad con énfasis en tres aspectos.
Construcción de conversaciones estratégicas de calidad
El conflicto es el gran enemigo que compromete la continuidad de las empresas familiares. A su vez, la ausencia de comunicación es la gran causante de la inmensa mayoría de conflictos. Por esto, crear un ambiente de comunicación constructiva es un síntoma indudable de madurez de las familias empresarias.
El arte de la comunicación debe facilitar el consenso respecto al propósito de la familia empresaria y cómo cada miembro define el rol que jugar para la obtención de ese objetivo aportando valor y sintiéndose realizado.
Pensemos en debates que hoy se están dando en las familias en torno a la inteligencia artificial. Para los seniors este fenómeno puede ser percibido como la enésima burbuja, mientras que los generación Z son capaces de advertir riesgos y oportunidades de abrazar esta tecnología.
Consolidar una eficiente gobernanza holística
La experiencia enseña que demasiadas veces, con la excusa de que el día a día nos come, se desatienden cuestiones críticas para poner a la familia empresaria en condición de crear valor a través de cada generación.
La manera de combatir esta nociva tendencia pasa por crear espacios formales para asegurar que en la agenda de la familia hay momentos para atender los asuntos estratégicos tanto a nivel corporativo como familiar. Ese es el objetivo para dotarse de órganos de gobierno familiares y empresariales.
La buena gobernanza supone dotarse de un rumbo estratégico y dar sentido de urgencia a asuntos trascendentales.
Muchas familias empresarias ya han avanzado mucho en la llamada profesionalidad de la gestión, pero, honestamente, siento que, en términos generales, hay una ardua tarea para abordar en el territorio de la perfección de la gobernanza.
Permítanme utilizar el caso de Inditex, una de las más grandes compañías familiares del planeta, para ilustrar la cuestión. El pasado 1 abril de 2022, Inditex inició una nueva etapa. Marta Ortega, hija del visionario fundador de esta compañía de referencia, se convirtió en la tercera presidenta de la historia del gigante textil gallego, sucediendo a Pablo Isla, un reconocidísimo ejecutivo que dejó una gran trayectoria en la compañía. Óscar García Maceiras, ejecutivo no familiar del grupo, fue nombrado entonces consejero delegado. Aquellos cambios generaron muchas dudas en el mercado, e incluso hubo quien quiso ver una sombra de injustificable nepotismo en semejante decisión. En aquel momento, el anuncio de este relevo llevó a la cotización a niveles por debajo de los 20 euros. Sin embargo, hoy la compañía se sitúa en máximos históricos de cotización y con un muy buen desempeño.
Por cierto, la buena gobernanza obliga inexcusablemente a contar con consejeros independientes que te digan lo que no quieres oír pero que definitivamente debes escuchar. Otro síntoma de madurez y responsabilidad, sin duda.
Situar a la familia a disposición de sus negocios
La familia propietaria debe tener mentalidad de servicio para que los negocios crezcan de manera sostenible y rentable.
Con esta perspectiva, la empresa es el tesoro que hay que cuidar, no solo para asegurar la rentabilidad en el corto plazo a sus accionistas, sino para crear las mejores condiciones para que contribuya a un desarrollo sostenible e inclusivo, tan necesario en la sociedad de hoy.
Pensemos en el ejemplo del caso Puig. El pasado 3 de mayo esta relevante empresa familiar más que centenaria comenzó su andadura en el parqué bursátil. Se trató de la mayor salida a bolsa en los últimos años, con un valor de capitalización en su estreno de unos 14.000 millones de euros. Un movimiento de este calado sólo puede conseguirse con un enfoque de liderazgo maduro y responsable. Frente al equivocado paradigma de que la empresa familiar está abocada a un escaso tamaño y a una gestión rudimentaria, el Grupo Puig y otras tantas y tantas compañías de capital privado han demostrado que los valores de la empresa familiar facilitan el crecimiento sostenido y rentable y modelos de negocio competitivos que permiten alcanzar posiciones de privilegio en la industria.
Sin ningún género de duda, la salida a bolsa ofrece argumentos contundentes. Se generan recursos para seguir ganando cuota de mercado y consolidar el liderazgo global a través de la inversión en innovación, la expansión en mercados emergentes o la compra de nuevas marcas.
Las compañías cotizadas presentan muy altos niveles de institucionalización y cuentan con potentes sistemas de gobernanza corporativa, por lo que mejoran sus niveles de transparencia. Sin duda, un ejemplo de gestión madura y responsable que debe inspirar a las familias empresarias en este nuevo año y que forma parte de los valores de muchas empresas familiares murcianas.
Autor: Manuel Bermejo